lunes, 28 de noviembre de 2011

La polinización

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La polinización

La polinización

La Polinización

La polinización es el proceso de transferencia del polen desde los estambres hasta el estigma o parte receptiva de las flores en las angiospermas, donde germina y fecunda los óvulos de la flor, haciendo posible la producción de semillas y frutos.

Tipos
El transporte del polen lo pueden realizar agentes físicos como el viento (plantas anemófilas), el agua (especies hidrófilas), o un polinizador animal (plantas zoófilas). Las características físicas y fenológicas de las flores anemófilas, hidrófilas y zoófilas, así como las de su polen, suelen ser marcadamente diferentes. Las plantas zoófilas deben llamar la atención de sus vectores con colores y olores atrayentes, así como recompensarlos con alimento o refugio. Diferentes tipos de polinizadores requieren diferentes tipos de atractivos, así las flores zoófilas han evolucionado y se han diversificado en una gran variedad de tipos los cuales pueden agruparse en síndromes florales. La belleza visual característicamente asociada a las flores es el efecto de su coevolución con insectos u otros animales polinizadores.
En los casos en que la polinización se produce como resultado de relaciones planta-animal estas relaciones son predominantemente de tipo mutualista. Es decir relaciones en que ambos participantes se benefician. A diferencia de las relaciones obligatorias (propiamente simbióticas) que existen en la naturaleza, las relaciones de polinización son prácticamente siempre facultativas u opcionales y muy flexibles: la desaparición de un polinizador o planta no acarrea necesariamente la extinción del otro participante en la interacción, ya que cada uno de ellos posee alternativas (otras fuentes de alimento en el caso del animal, u otras especies de polinizadores en el caso de la planta). Existen algunos casos sumamente interesantes de relaciones simbióticas entre un polinizador y una especie de plantas, tales como la avispa de los higos y la polilla de la yuca


La Polinización "Para la abeja una flor es un fuente de vida, para la flor una abeja es una fuente de amor"

Los tres tipos de polinización
En líneas generales, hay tres tipos de polinización: se llama anemófila cuando el polen llega a las flores transportado por el viento; hidrófila cuando el transporte lo realiza el agua, y por último zoófila cuando corre a cargo de un animal. Este último caso es mucho más frecuente y eficaz. Dentro de la polinización zoófila, sin duda la más importante es la entomófila, o sea, la polinización realizada por insectos polinizadores.
Actualmente en nuestro planeta hay descritas más de un millón de especies de insectos y dentro de ellos, los que pueden considerarse como mutualistas de polinización pertenecen a los grupos siguientes: Coleópteros, Lepidópteros, Dípteros e Himenópteros. Es precisamente en este último grupo de insectos donde se encuentran los polinizadores más eficaces y con adaptaciones especiales. En las zonas de clima templado se ha estimado que el 70-95% de los insectos polinizadores son himenópteros. Cabe mencionar a las abejas solitarias, los abejorros y sobre todo a la abeja de la miel.
Así, las flores y los insectos constituyen el más claro ejemplo de mutualismo entre el reino animal y el vegetal. Miles de años de evolución los han adaptado mutuamente, de modo que ambos consiguen grandes ventajas con ello. Si el color, la elegancia, la gracia y la fragancia de las flores nos atraen y despiertan nuestra sensibilidad, dentro del universo natural no están concebidos para representar nuestros sentimientos, sino para atraer a los insectos polinizadores, que hacen de intermediarios en la fecundación.
 
Las abejas en la polinización
Entre la infinidad de insectos que participan en la polinización, la abeja melífera (Apis mellífera) es con mucho la más eficaz. Este predominio se acentúa en el caso de las plantas de interés agrícola. Si hace varios años de cada cien insectos visitadores, las abejas eran 70-80, hoy día, debido al progresivo retroceso de especies polinizadoras salvajes a causa de las condiciones ambientales, el porcentaje alcanza el 90-95% de todas las visitas de insectos. Por lo tanto se puede considerar a la abeja como una profesional de la polinización.
La función polinizadora también se relaciona con la organización colectiva de miles de individuos y con el ciclo biológico de una colonia de abejas. Sólo ellas, al superar en masa el invierno, están preparadas y con todas sus energías en la primavera para el trabajo de polinización que da inicio en muchas hectáreas de cultivo.
Haciendo un recuento, vemos que en una colonia de medianas dimensiones viven unos 60.000 individuos, de los que 2/3 (unos 40.000 aproximadamente) más o menos salen todos los días a por polen y néctar, con una frecuencia diaria de 15 ó 20 viajes, durante cada uno de los cuales visitan de 30 a 50 flores. Una vez hechas las cuentas, para una sola colonia, en un día alcanzamos ya la magnitud de millones de flores visitadas diariamente. Si consideramos, por experimentos realizados, un radio medio de trabajo de 1.500 m, cada colmena se encargaría de 700 hectáreas de terreno. Si además tenemos en cuenta que cada flor cede a la abeja néctar en cantidades que se miden en miligramos, para cada kilo de miel hacen falta cientos de miles de visitas. Este rápido repaso nos puede dar una idea de la magnitud del fenómeno.
La gran capacidad de adaptación de la abeja a cualquier tipo de flora es otro tanto a su favor, y más aún al estar combinada con su estricta fidelidad a una especie vegetal dada, pues cuando las abejas han elegido una especie determinada, trabajan con ella hasta que agotan sus reservas tanto de néctar como de polen. De hecho, los granos de polen que transportan en sus patas son, en el 90% de los casos, de una sola especie en concreto.
La dimensión agrícola actual revaloriza el papel de la abeja como profesional de la polinización. La modernización de la agricultura, basada en los monocultivos, los cultivos protegidos, el recurso a la hibridación y el uso creciente de variedades autoestériles requieren un importante trabajo de polinización, concentrado en poco tiempo y en codiciones especiales (invernaderos).
Y un motivo del predominio de la abeja como polinizador son los considerables y no siempre positivos cambios que la sociedad humana provoca en el medio. La contínua extensión de las áreas urbanas, la deforestación, la contaminación ambiental, además del tipo de agricultura que acabamos de mencionar y sobre todo el recurrir a la química en cantidades masivas, a menudo indiscriminadas, para la lucha contra las plagas de los cultivos, han provocado la disminución y la total desaparición en algunas áreas de los polinizadores salvajes: abejorros, abejas solitarias, avispas, dípteros, coleópteros, etc, que en cierta medida contribuían a la polinización.